Huapango Alburero.... lo que hace una equivocación

La siguiente es una versada muy divertida que se canta acompañada con un toque de jarana o con alguna variante de son huasteco, huapango o son abajeño, disfrutenla con leche.

Hoy se los voy a contar,
me tendrán que perdonar
si le encuentran picardía,
porqué en sí, la poesía
es pura imaginación.
Por eso en esta ocasión,
les quiero dar a saber,
lo que puede suceder
por una equivocación.

De la lectura de un cuento,
brillante idea de un autor,
que escribió de buen humor
por su inspirado talento,
despertó en mí el sentimiento
de escribirlo en poesía
porqué un rato de alegría
lo necesita cualquiera
y compuse a mi manera,
lo que aquel cuento decía.

Con muy sanas intenciones
compró un joven unos guantes,
y compró en el mismo instante
una dama, unos calzones.
No sé yo porqué razones
equivocadas le dieron,
la mercancía que eligieron,
dio la empleada al envolver,
los guantes a la mujer
los chones al caballero.

El joven no sospechó,
que era otra la mercancía
y de regalo aquél día
a su novia los envió.
Y a su destino llegó
aquél regalo cambiado,
en un paquete adornado
pero el novio sin saber,
lo que podía suceder
envió el siguiente recado:

Mi amor, rendido a tus pies
te envío aquí el reemplazo,
de los que te hice pedazos
el día que te los quité.
Tú recuerdas cuando fue
por mi actuar desesperado,
te los quité desgarrados
a la vista de la gente,
y aunque son de los corrientes,
es lo mejor que he encontrado.

Sensible como mujer,
yo sé que sientes bonito,
cada vez que te los quito
y te los vuelvo a poner.
Porque en tí veo el placer
en esos ojos tan bellos,
de los momentos aquellos
que tu confianza me gano,
me dejas libres las manos
y te acaricio sin ellos.

En fin, los nuevos te envío
y no pienses en los rotos,
es mejor que ya uses otros
aunque sean al gusto mío.
En este tiempo de frío
te los pondrás de inmediato,
aunque son de los baratos
su labor cumplen al fiel,
resguardar la fina piel
que acaricio a cada rato.

La empleada dio garantía
a los suyos eché una ojeada,
y ni una sola lavada
les ha dado en 90 días,
quizá tú misma lo harías,
Al usarlos muchas veces,
unos ocho o nueve meses
sin mojarlos para nada,
igual que los de la empleada,
que a los tuyos se parecen.

Póntelos hoy en la noche,
más te voy a suplicar,
no te los debes quitar
cuando te bajes del coche.
Y no te los desabroches
porque puede suceder,
que el frío te eche a perder
esa piel tan delicada
que es por ello resguardada
y que yo beso a placer.

Avísale a tu mamá
pa´ que me enseñe los suyos,
que unos nuevos con orgullo
a la medida tendrá,
pues ya muy viejos están
los que usa para el frío,
en cambiárselos porfío
pues bien se los ví una noche,
después que bajó del coche
y se los quitó junto al río.

A ustedes dejo el final,
pa´ que terminen el cuento
escríbanlo con talento
y denle un toque especial.
Si su talento es genial,
su gran imaginación
acatarán la razón,
pues es fácil entender
lo que puede suceder,
por una equivocación.

Aurelio Morales Morales
Decimista de Nopaltepec, Ver.

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